lunes, 3 de mayo de 2010

La Dama de las Estrellas



Como la experiencia de volver a publicar uno de los cuentos antiguos fue un éxito, he decidido recuperar algunos de los más significativos de los primeros días del blog. Historias que por algún motivo son especiales para mí. Ese es el caso del que voy a publicar hoy: La Dama de las Estrellas.
Seguramente no es uno de mis mejores cuentos. Está lleno de errores, de repeticiones y fallos varios. Pero le tengo mucho cariño. Está muy influenciado por Tolkien, escritor al que admiro profundamente. Pero claro, él era un genio y yo una simple aprendiza en el arte de ligar palabras.
Debo decir que en el año transcurrido desde que lo escribí, mi estilo ha mejorado un poco. Seguramente si lo reescribiera desparecerían muchos de los errores que contiene. Pero entonces sería otro cuento diferente. Diferente porque yo ya no sería la misma persona que lo escribió, hay otras vivencias que se filtrarían en la historia y lo cambiarían completamente. Seguramente sería un relato mejor, pero sería un relato diferente.
Pero mejor que tanta presentación será que lo juzguéis vosotros mismo.


Aquí os dejo LA DAMA DE LAS ESTRELLAS

Hoy quisiera contaros una bella historia. Es la historia de “La Dama de las estrellas”, como se la llama entre las hadas nocturnas. Las hadas nocturnas son las hadas más tímidas y reservadas del país. Viven en los picos más elevados de la mayor cordillera del país “Las Montañas de la Luna”. De hecho, según una leyenda ancestral, la Luna que alumbra vuestro mundo no es sino un hada, que fascinada por vuestro mundo pero demasiado tímida para acercarse, quedó para siempre atrapada entre los dos mundos, desde donde lo que más le gusta es amparar y proteger a los amantes; por eso es la Luna la que rige los ciclos vitales… Por eso todas las mujeres enamoradas invocan a la luna, saben que las bendecirá con ver su amor correspondido.
Pero no era de la Luna de quien quería hablaros, sino de la Dama. En su juventud fue un hada llamada Deneb, la más brillante y luminosa de todas las hadas nocturnas. Y como casi todas nosotras en algún momento de nuestras vidas, sintió la llamada de la aventura y visitó vuestro mundo. Por entonces vuestro mundo era joven, cuando todavía los mortales respetaban todo lo que les rodeaba, vivían en armonía con la naturaleza y le rendían culto.
La joven Deneb se sintió fascinada sobretodo por un hermoso robledal, extenso y tupido, y le gustaba pasear bajo sus árboles durante el día, y bailar en un hermoso claro sembrado de flores, en las noches a la luz de la luna llena.
En una de esas noches de luna llena dio la casualidad que pasaba por allí un joven druida, que estaba recolectando el sagrado muérdago para sus ceremonias mágicas, le sorprendió la luz que se desprendía del claro, pues era noche cerrada y aunque había luna llena, las altas y frondosas copas de los robles la ocultaban en parte. El druida, curioso, decidió investigar y descubrir a que se debía ese fenómeno; y cual fue su sorpresa al ver que la causante de aquel resplandor no era otra cosa que una hermosísima doncella, vestida de blanco y que resplandecía casi más que la misma luna, y que bailaba, casi flotaba etérea en el claro, sobre un lecho de flores silvestres. La visión le dejó unos minutos como privado de sus sentidos, incapaz de moverse, de articular palabra, casi sintió que se le paraba el corazón… Al recobrar sus sentidos sintió como si su corazón se inundara de esa luz que emanaba la doncella, y en su mente sólo había espacio para una sola cosa, saber quien era, de donde venía, acercarse a ella. En ese momento ella se paró, le miró a los ojos, y empezó a cantar una canción, la melodía era tan hermosa que aunque el joven druida no entendía, pues Deneb cantaba en la lengua de las hadas, su corazón se llenó de amor por ella. Se acercó hacia ella, despacio, temiendo que se asustase y se marchase, o que fuera un espejismo, fruto de su imaginación… quería comprobar que era real. Cuando terminó la canción, ella se acercó y lentamente le besó en los labios, un beso dulce lleno de amor y ternura. Pero desgraciadamente no pensó que su brillo, su luz esa energía tan intensa que tenía, pudiera dañar al joven mortal. El rostro del druida quedó completamente desfigurado. Al ver lo que su amor había hecho al druida, Deneb se sintió desolada y rompió a llorar, y sus lágrimas eran diminutas lucecitas. El druida intentó consolarla diciéndole que no le importaba su aspecto, que no le había dolido, que no quería que se marchase; pero ella sabía que jamás podrían estar juntos, pues su amor le mataría. Pero antes de marcharse, y como regalo para él, las lágrimas luminosas que había derramado, las esparció al aire, sembrando todo el cielo de lucecitas diminutas y brillantes, que cada noche brillarían, alumbrándolo y recordándole que aunque su unión fuera imposible, Deneb siempre le amaría.
Cuando regresó a las Montañas de la Luna, se encerró en el más alto de los picos, en la torre de Mármol, y desde allí todas las noches siembra de estrellas el cielo, cumpliendo así su promesa de amor.

Permitidme que dedique esta historia a una persona muy especial. Alguien que cree en las hadas, que le gustan los cuentos, pero sobretodo los finales felices. La persona a la que van dedicados todos estos cuentos, pues sin ella no existirían. ¡Que la luz de las hadas siempre te ilumine!



8 comentarios:

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Lo que más me gusta de este cuento es ese carácter mitológico de surgimiento de las estrellas. Un argumento sencillo, y un ejercicio de imaginación muy bueno. Digo lo de la imaginación porque sorprende como, a pesar de haber tratado ya el tema del amor entre un hada y un mortal, cada vez lo haces de una manera muy diferente. ¡Aplauso!

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

No sabes lo mucho que me alegra que te haya gustado. Cómo digo es uno de los primeros cuentos que escribí. Y es un cuento muy especial para mí. Está inspirado por Tolkien, pero también por Michael Ende, dos de mis escritores favoritos, y seguramente que más me influyen a la hora de escribir.

Besitos de jengibre.

Preste Juan dijo...

¡Pues a mí me ha "encantado"! Y has hecho muy bien en rescatarlo y no tocar ni una letra.

Anónimo dijo...

Hola Preste Juan!!!!

¿me creerías que lo escribí en una media hora, más o menos? Creo que es una historia que se moría por ser contada y me eligió a mi como "mediadora". A veces me siento un poco "medium" y son las historias las que guían y no yo a ellas.

Besitos de jengibre.

Canoso dijo...

A veces somos simples 'mediadores' en el arte de contar historias o cuentos, pero tampoco temas hacerle una revisión, no tiene por qué ser mala idea, simplemente enriquecerás, como bien dices, con nuevas vivencias esa historia y a lo mejor llega a más gente.

Besos

Cele dijo...

Hoy que tengo tiempo me he puesto a leer tu blog, que ya tenia ganas, y me ha encantado esta historia.
Historia de amor imposible, con gran sentimiento, esos cuentos de hadas que dejan abierto el camino al amor, pero de otra manera.
Tambien hay amores imposibles y no por eso menos bellos.
Un gran abrazo

Anónimo dijo...

Hola Canoso.

No es mala idea la que propones. Quizás un día os sorprenda con la nueva historia de La dama de las Estrellas... y quien sabe, quizás el final sea otro...

Besitos de jengibre.

Anónimo dijo...

Hola Cele.

Se bienvenida a este pequeño rincón. Ponte cómoda pues estás en tu casa.
Creo que toda historia de amor es hermosa, aunque al final no dure o no pueda ser.

Besitos de jengibre.

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