jueves, 13 de mayo de 2010

El nacimiento del las hadas.



Esta semana quiero recuperar uno de los primeros cuentos que escribí, creo que fue el primero que podría llamarse así. Lo titulé El nacimiento de las hadas y espero que os guste.

El nacimiento de las hadas

Erase una vez, cuando el mundo era joven y las ciudades apenas se merecía ese nombre, vivía un sabio alquimista, consagrado por completo a su arte, al que había dedicado la mayor parte de su vida. Vivía solo, sin apenas salir de su laboratorio, del que salían pócimas y remedios, que siempre servían para ayudar a todo aquel que lo necesitaba, sin pedir nunca nada a cambio; sus vecinos eran gente humilde. Una noche, llamó a su puerta un pobre hombre, llorando de desesperación porque su única hija estaba muy enferma y nadie sabía que tenía, y la pobre empeoraba a cada momento. El alquimista, conmovido por su dolor, accedió a acompañar al hombre e intentar salvar a su hija con su ciencia. Y quiso el destino que en cuanto el alquimista vio a la joven, se quedó prendado de ella, no por su belleza, sino por la serenidad que transmitía su mirada incluso en ese momento de sufrimiento. Sobra decir que el alquimista puso todo su saber en conseguir que la joven mejorara, aunque no tenía mucha esperanza que la joven fuera a enamorarse de él, que había pasado la mayor parte de su vida entre retortas y alambiques, y había dejado atrás su juventud hace ya tiempo...
Cuando la joven estuvo restablecida, tan agradecida estaba a aquel que le había salvado la vida, sin pedirles nada a cambio, que se ofreció a trabajar para él, cuidando de su casa y cocinando para él. Y la joven descubrió poco a poco, que lo que los sentimientos que al principio creía eran de gratitud hacia el alquimista, eran en realidad algo más profundo.

Y por supuesto, se casaron... Un bello día de primavera, en un claro del bosque...

El alquimista creía que no podría ser más feliz, hasta el día en que nació una preciosa niña, tan bella, vital y alegre como su madre...

Desgraciadamente, cuando la niña tenía 2 años, se declaró una epidemia en el pueblo, y la esposa del alquimista murió. Esta vez su ciencia fue insuficiente para salvarla. El pobre sintió que una parte de su corazón moría ese día, pero no podía olvidarse de su hija, y por ella enterró su dolor en el fondo se su alma y decidió hacer la vida de la pequeña lo más feliz que pudiera.

La niña crecía sana y feliz, era el ser más alegre y travieso que puedas imaginar. Su afición favorita era jugar en el claro del bosque sonde se casaron sus padres, entre las flores y las mariposas, de las que siempre estaba rodeada.

Pero, por desgracia, un día cuando jugaba en el bosque, tuvo la mala suerte de que un cazador que perseguía a su presa, la confundiera con un animalillo, y una flecha acabó con su vida.

Esta vez sí que el pobre alquimista se volvió loco de dolor. Se encerró en su laboratorio, y empezó a mezclar ingredientes sin control, como si esperara que alguna de esas formulas le devolviera a su hija perdida...

Cuando se serenó, decidió utilizar su ciencia para crear un ser tan alegre y vital como su niña, pero que la muerte no pudiera arrebatarle...

Se dedicó a mezclar en una retorta todas y cada unas de las cosas que más gustaban a la niña: pétalos de rosas, jazmines, girasoles, le añadió la dulzura de la miel, polvo de estrellas, rayos de sol y de luna y no podría faltar, polvo de alas de mariposa.

Pero por mucho que trabajaba en ello, nada daba resultado. Hasta que una noche, agotado de cansancio, se quedó dormido sobre sus fórmulas y tuvo un sueño extraño. Soñó que su niña, toda vestida de blanco y brillante como una estrella, se inclinaba sobre la retorta donde había mezclado los últimos ingredientes, y soplaba sobre ellos, luego se inclinaba sobre su padre dormido y le besaba en la frente...

A la mañana siguiente, al despertarse el alquimista, recordó el sueño, y corriendo fue a la retorta, estaba cubierta de lo que parecían mariposas. Al acercarse a mirarlas, con los ojos llenos de lágrimas, se dio cuenta que en realidad no eran mariposas, eran pequeños seres (parecidos a bebés), pero de su espalda salían alas de vivos colores, como las mariposas... Las pequeñas criaturas revolotearon alrededor del alquimista, y salieron volando, siguiendo los rayos del sol...

El alquimista las llamó hadas (porque creyó que había sido el destino, fatum, quien las había creado, y no él); y cada día se dedicaba a mezclar todo lo bello y alegre de su mundo, y por la noche, la figura blanca soplaba sobre la mezcla, creando así diferentes tipos de hadas...

Y cuenta la leyenda, que el alquimista no murió, cuando se sintió cansado de su mundo, sus criaturas, las hadas, le llevaron a su mundo, y crearon para él el laboratorio más completo, desde el que sigue llenando el mundo de hadas...

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado...


10 comentarios:

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo que bello cuento me encanto felicidades es muy lindo
un beso

Regina Castejon dijo...

Grandioso cuento, me ha gustado mucho, esta lleno de sentimientos, la angustia del padre, el amor, el agradecimiento e incluso la tristeza, con la muerte de su esposa y la enfermedad de la niña, pero con tu magia y el polvo de alas de mariposa, le das un salvación y un final feliz. Un fuerte abrazo mi dulce hada

Arwen dijo...

Me ha gustado muchísimo...gracias por hacer de este mundo un lugar donde soñar con la magia, un abrazo cariñoso y buenn finde...

Canoso dijo...

Que bonito cuento y que aqpropiada música, vas a conseguir que vuelva a creer en hadas y duendes...

Besotes, Jengibre

Anónimo dijo...

Hola Luna.

Me alegra que te haya gustado, es un cuento muy especial para mi.

Besitos de jengibre.

Anónimo dijo...

Hola RC.

Me temo que adoro los finales felices... Muchas gracias por tus bellas palabras.

Besitos de jengibre.

Anónimo dijo...

Hola Arwen.

Gracias a ti por compartir este pequeño rincón de fantasía.

Besitos de jengibre.

Anónimo dijo...

Hola Canoso.

Eso espero, que creas en las hadas, porque cada vez que alguien dice que no cree en nosotras, un hada muere...

Besitos de jengibre.

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Si algo refleja este cuento, es tu imaginación. Eso sí, me vas a permitir que te diga una cosa, y es que se nota la evolución que has sufrido desde entonces. Ahora esas situaciones dramáticas como las muertes las tratas más profundamente, y no sé, el estilo en general. Sigues eligiendo tan bien las historias y tramas como al principio, pero "las envuelves" mejor xD

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

Sí, imaginación tengo a raudales. Desde siempre, ya de niña era demasiado imaginativa. Pero me alegro de saber que por lo menos voy mejorando mi estilo. Voy aprendiendo cada día. Ahora sólo falta volver a escribir un cuento "original"...

Besitos de jengibre.

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