jueves, 18 de marzo de 2010

New York, New York. (trilogía de Nueva York 1)



"Cielos, ¡debo haberme vuelto loca!" se pregunta mientras le paga al taxista y se baja del coche. Sea o no una locura ya no hay vuelta atrás. Respira hondo, tratando de acallar los latidos de su corazón. Lo tiene difícil. Está en medio de Times Square, esperándole. No sabe muy bien como ha terminado aquí, ni porque lo ha hecho. Sí, el por qué lo sabe muy bien. Él se lo había pedido, casi se lo había suplicado. "Te necesito" le había dicho hacía un par de noches. Y había algo en su tono de voz, una melancolía que se filtraba en cada palabra, que la convenció de que era sincero. "Sin ti nada tiene sentido", esas palabras consiguieron que las lágrimas inundasen sus ojos. Nunca creyó que se las oiría decir. Y en ese momento supo que lo haría, que lo dejaría todo atrás para ir a su encuentro. Consiguió un billete de avión para el día siguiente, metió lo imprescindible en una pequeña maleta y sin despedirse si quiera, partió rumbo a la Gran Manzana. "A la aventura, por primera vez en mi vida" pensó mientras cerraba la puerta de su pequeño apartamento. ¿Volvería? no lo sabía. Quizás...




Se habían conocido por casualidad. Unos amigos la habían convencido para que fuera a cenar, daban una pequeña fiesta, algo informal con algunos compañeros del trabajo. No tenía muchas ganas de ir, últimamente no salía demasiado. Pero insistieron tanto que no le quedó mas remedio que ir. Allí estaba él. Con aire de estar un poco perdido. Apenas hablaba el castellano y se sentía como un pez fuera del agua, como una ballena varada en la playa. Por suerte a ella siempre se le dio muy bien el inglés, así empezaron a hablar. Supo que era americano, que llevaba apenas un mes en la ciudad, que sólo estaría unos meses, el tiempo que le llevara el proyecto que estaba realizando. Descubrió que tenía los ojos verdes más bonitos que había visto en su vida. Y también que tenían muchas cosas en común. Se ofreció para enseñarle la ciudad y él aceptó encantado.

Fueron unos meses increíbles. Era innegable la atracción y la química que había entre ellos. Pero ninguno de los dos quería reconocerlo. Sólo eran amigos, muy buenos amigos. Los dos sabían que un día él volvería a su país. Que ya nada sería lo mismo.



Y ese día llegó. Fue una despedida difícil, casi fría. No se prometieron seguir en contacto. Ambos sabían que no lo harían. Ella sentía que el corazón se le rompía. No quería reconocerlo, pero se había enamorado. Consiguió mantenerse serena hasta llegar a casa, pero nada más cerrar la puerta se derrumbó. Se tendió en la cama, llorando desconsolada.



Pasó un mes y ni un sólo mensaje suyo. Ya se había resignado, ya apenas miraba el correo electrónico con la esperanza de que le hubiera enviado uno. Y de repente esa llamada en medio de la noche. Se asustó al escuchar el timbre del teléfono, contestó casi con miedo, a esas horas sólo podían ser malas noticias. Casi se le paró el corazón al escuchar su voz. Tuvo que pellizcarse para convencerse que no era un sueño. ¡Era él y le había pedido que se reunieran en Nueva York!



Y ahora estaba esperándole, en Times Square, nerviosa, temblando como una hoja, y no precisamente de frío. Por un momento tiene miedo que no aparezca, pero justo en ese instante le ve aparecer. Le reconocería en medio de una multitud. Le saluda con la mano y él la ve. Y sonríe, corriendo hacia ella. Y cuando se encuentran, él hace lo que siempre ha deseado hacer, dejarse llevar por la pasión que siempre ha sentido y la besa, poniendo todo el alma en ese beso, diciéndole sin palabras que la quiere, que siempre lo ha hecho.



8 comentarios:

Nel Morán dijo...

Me alegro volver a leer algo tuyo, eso demuestra que vuelves a estar en forma. Espero también que no te marches a New York, más que nada por puro egoismo. Xanina (hada asturiana), que pueda leerte muchos años.

Blogsaludos

Anónimo dijo...

Hola Adivín.

Me temo que Nueva York queda algo fuera de mis posibilidades, en todos los sentidos. No me importaría visitar esa ciudad y subir a lo alto del Empire State. Pero de momento tendrá que esperar.

Estoy mucho mejor. Tras un mes de ajetreo entre pruebas y visitas médicas ahora estoy mucho más tranquila. Todavía quedan algunas pruebas, pero por suerte todo ha ido mejor de lo que imaginaban, y con un poco de reposo estaré otra vez "dando guerra".

Xanina... ¡¡me gusta, suena muy bien!!!

Besitos de jengibre.

Nicolás dijo...

Hola, Jengibre.

Me alegra ver que vuelves a las andadas con los originales, desde Borealis que no podía deleitarme con tu magnífica prosa.

El cuento...
... si bien no es mi estilo preferido, tengo que decir que lo has sabido llevar muy bien. La escasa descripción de personajes, salvo una mención al color de ojos, es magnífica. Da un amplio espectro al lector.
Podría decirte mil cosas acerca del cuento, pero todo sería infiitamente infinitecimal para poder describir con presición un cuento. Es tratar de abordar la profundidad del ser reflejada en el papel, y eso sí que es complicado. Sólo queda dar mi aprobación, un gran visto bueno, un gran y gigantesco "¡magnífico!", y una felicitación por el aura que logras crear en el cuento. Esto último merece una mención especial, pues has logrado transportarme en medio de una fría y gris ciudad neoyorkina (aunque no me guste mucho la cultura estadounidense), estar allí, en medio de la gris gente, contemplar de forma lánguida como se da ese tierno beso.

Redacción: diez puntos.
Ortografía: magnífica.
Gramática: excepcional.
Puntuación: hubo unos detalles al introducir comillas y pensamientos, pero en líneas generales es excelente. Recuerda que para estos casos tienes dos opciones.
1. Abrir comillas, escribir lo que el personaje piensa o se dice a sí mismo, cerrar comillas, poner una coma, y luego aclarar que lo pensó o se lo dijo a sí mismo. Luego, si quieres que el personaje siga hablando, pones el signo de puntuación correspondiente para cerrar la aclaración (si la idea quedó completa en todo el enunciado, puedes poner un punto; si la idea quedó inconclusa, puedes poner una coma, o si la idea se cerró pero quieres subordinar algo, no dudes en poner un signo de punto y coma), y luego vuelves a abrir las comillas.
2. Puedes abrir comillas, hacer que el personaje hable. Luego, si quieres hacer una aclaración del tipo "se dijo" o "pensó", haz un guión o raya de diálogo y haz allí la acotación. Luego cierras el guión, pones el signo de puntuación que corresponda, y sigues con el pensamiento o reflexión del personaje. Si quieres cerrar todo, creo que se puede cerrar el guión y luego cerrar las comillas, o simplemente cerrar las comillas.


¡Gran cuento!

Y recuerda: ¡que las estrellas, hijas de Elveret, te acompañen y guíen en el camino!

Anónimo dijo...

Hola Nicolás.

Me alegro de que te guste. Me apetecía hacer algo diferente y breve. Y este cuento es una especie de experimento.

Besitos de jengibre.

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

¡Aplauso!

Una vez más, me encanta cómo creas el ambiente en el que tiene lugar el cuneto, esa atmósfera distinta y especial. Se te da muy bien, porque no es ni la primera ni la segunda vez que te lo digo.

Otra cosa que me gusta es que has sabido encajar la historia en pocas líneas sin dejarte partes importantes o sin que parezca inverosímil. No es fácil.

Y también me gusta la estructura del cuento en cuanto al tiempo, empezando en el principal, luego una analepsis para explicar su relación, y luego otra vez al tiempo principal.

Y me voy corriendo a leer el siguiente cuento, que he leído el primer párrafo, en el que explicas lo del reto, y la cosa promete xD.

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

Me apetecía hacer algo breve. Y se me ocurrió de repente viendo unas fotos de Nueva York. La verdad es que la historia salió sola. Creo que es el cuento que menos he tardado en escribir.

Besitos de jengibre.

Canoso dijo...

Bonita historia, pero termina con final feliz? porque pide continuación! o quedó en ese encuentro apasionado...

Besos

Anónimo dijo...

Hola Canoso.

Digamos que eso lo dejaré a la imaginación del lector.

Eso sí, tomo nota de tu sugerencia de segunda parte. Sería divertido ver que les ha pasado unos años después de ese encuentro.

Besitos de jengibre.

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