jueves, 6 de agosto de 2009

El corazón compartido (3ª parte)


Un año ha pasado desde aquel día en el que dos perfectos desconocidos decidieron compartir un corazón. Parece mentira, se dijo para sí la joven. Y desde ese día sus vidas habían seguido caminos diferentes. Después de un extraño ritual realizado por Molly, la curandera del bosque, donde gracias a una magia arcana y casi tan antigua como la misma tierra, los dos jóvenes compartieron el mismo corazón. Al terminar el conjuro la anciana les dio a beber una potente poción somnífera, último paso para lograr el milagro.
Recordó aquella mañana. Al despertarse, se sintió un poco extraña, no sentía la inmensa pena que la había llevado a tomar tan drástica decisión, sólo sentía como un recuerdo lejano. Miró al joven que todavía dormía a su lado, le dio un suave beso en la mejilla, le susurró al oído un deseo de buena suerte y se marchó de la cabaña y del bosque para siempre. No sabía donde le llevarían sus pasos, pero se dio cuenta que eso no le importaba, se había descubierto una nueva fuerza interior, buscaría un lugar donde volver a empezar su vida, no le asustaba el trabajo duro y gracias a las dulces monjitas que la habían cuidado desde que era un bebé, podía buscar trabajo. Se decidió por ir a una gran ciudad, donde sería más fácil encontrar una buena colocación. Tuvo suerte, y al dejar el bosque y regresar al camino que conducía al pueblo pasaba por él un carro con una familia de granjeros que se dirigían a la ciudad, pues era día de mercado y querían vender sus cosechas y obtener un mejor precio que si las vendieran en el pueblo. Los granjeros le ofrecieron llevarla a la ciudad, la vieron tan frágil e indefensa, sola por el camino, tenían una hija que sería como ella y jamás la dejarían que fuera sola así por el mundo. Durante el largo viaje, les contó su historia y descubrió que podía hablar de ello sin romper a llorar, y se sintió feliz por primera vez en meses. La matriarca de la familia se apiadó de la pobre huerfanita, que tan mal la había tratado la vida, y quiso ayudarla, en la ciudad a la que se dirigían vivían unos parientes lejanos que regentaban una pastelería, les pediría que le dieran trabajo.
Al llegar al mercado, la muchacha se quedó a ayudarles a vender su mercancía, pues ellos habían sido tan amables de traerla. Fue un día muy divertido para ella, le gusto ese contacto con tanta gente y tan diversa, descubrió que se le daba bien tratar a la gente; y al llegar el ocaso y ayudar a desmontar la parada a sus nuevos amigos, porque la verdad es que a esas alturas consideraba a esa bondadosa familia como sus únicos amigos, sintió una poco de pena, pero las sorpresas en ese día no terminaban todavía… la señora quería que la acompañara a visitar a uno parientes que quizás podrían darle trabajo… no podía creérselo, de repente su suerte empezaba a cambiar, la gente era amable con ella en lugar de hacerle la vida imposible.
En la pequeña pastelería les esperaba un matrimonio ya mayor, les recibieron con mucho cariño, y les ofrecieron unas golosinas. Tras las frases de cortesía tradicionales, el amable pastelero le ofreció un trabajo en su negocio, pero le advirtió que eran tiempos duros y que su sueldo no sería muy elevado; pero que podría quedarse con ellos y dormir en la que fuera la habitación de su hija. No se lo pensó dos veces y aceptó encantada, los dulces eran la especialidad de las monjas y a ella siempre se le dieron muy bien todo tipo de golosinas y pasteles.
Se despidió de sus amigos con lágrimas en los ojos, pero esta vez eran de felicidad, prometió escribirles a menudo y ellos prometieron venir a verla los días que vinieran al mercado.
¿Por qué se habría puesto a recordar eso justo esta mañana? No lo sabía, hacía mucho tiempo que no pensaba en eso. Su vida ahora era tan diferente que a veces creía que era otra persona, que quizás sí que una parte de ella murió en aquel extraño bosque y que volvió a nacer al llegar a esta ciudad y a su nueva vida.
Ahora era feliz, tenía una vida tranquila. Seguía viviendo con los pasteleros, que no la trataban como una empleada sino como una segunda hija que la vida les había regalado. El negocio subía como la espuma, en parte gracias a los deliciosos dulces que preparaba, sobretodo una receta de su propia invención, el bizcocho de almendras, el dulce que más les pedían… pero si incluso algunos nobles le habían pedido que cocinara para ellos. Se sentía halagada pero declinaba todas las ofertas que le hacían, por muy tentadoras que fuesen, jamás abandonaría a los que consideraba como los padres que nunca tuvo.
Pero a veces tenía extraño sueños, sueños que apenas recordaba al despertar. Sueños que la dejaban melancólica y un poco triste. Y durante ese día sentía unos pinchazos en el corazón, no eran realmente dolorosos, mas bien como esas molestias de las cicatrices que no terminan de curar. Al día siguiente todo volvía a la normalidad, por eso no le daba mucha importancia, claro que últimamente eso ocurría con más frecuencia. Se sorprendió pensando en aquel joven tan extraordinario que le salvo la vida en aquella noche fría. Pero tenía mucho trabajo que realizar y lo desechó de su mente.
Lo que ella no podía saber es que en ese momento, más cerca de lo que ella creía, él también estaba en ese momento pensado en ella. También se había despertado recordando lo acaecido aquel día. Y sentido esos pinchazos en el corazón…

4 comentarios:

Nicolás dijo...

¡Al fin has vuelto! Ya no tenía uñas para comerme... Um... esta historia cada vez me intriga más... Es rara... bastante curiosa... Me interesa, me interesa mucho, y no voy a descansar hasta ver cómo termina. Ya lo he dicho anteriormente, pero, ¿Sabías que eres una buena escritora? He detectado sólo dos errores por sobre todo, un par de tildes, y otra vez los tiempos verbales, pero en menor medida. Sólo es el vinieron, ese vinieron da la idea de que vinieron ayer, pero si estás recordando algo que ocurrió hace ya un año, deberías usar el habían venido, u otro verbo que se ajuste a la situación. Salvando eso, es un cuento perfecto. Muy locuaz, muy ameno, ya no repites tantas palabras... Y grandes dosis de creatividad e imaginación... ¡Sigue así que vas bien encaminada! Me encantan tus historias... y ha habido algunas que me han hecho llorar... y otras que sinceramente me han hecho reír, no porque fueran malas sino, porque eran muy graciosas... Y a propósito, excelente la musicalización. ¿Qué te parecería reflejos en el agua de debussi? Debería ser una versión orquestal, en piano pierde mucho.

Anónimo dijo...

¿gran escritora? Sigo creyendo que exageras... Grandes escritoras son las hermanas Bronte, Virginia Wolf, Ana María Matute o Agatha Christie... Yo solo soy una pequeña y extraviada hada silvana que se dedica a recorrer el mundo y a contar sus vivencias o las de sus amigos. Una humilde narradora que quiere mantener viva la tradición del relato oral, esos relatos que han pasado de generación en generación desde mucho antes del nacimiento del lenguaje escrito. Y que los contadores de historias llevaban de un pueblo a otro. Desgraciadamente eso se ha perdido en estos tiempos, y es lo que yo quiero recuperar.
Pero te agradezco tus amables palabras, me han hecho sonrojar.

Y me alegro de verte por aquí de vuelta. Sabes que siempre eres bienvenido.

Nicolás dijo...

Eres buena para esto, eso no puedes negarlo... Y siempre me alegro dando un vuelta por aquí...

Anónimo dijo...

He olvidado darte las gracias por sugerirme músicas. Buscaré la que me indicas, ya sabes que estoy abierta a todo tipo de sugerencias para decorar este pequeño rincón de fantasía.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails