martes, 12 de octubre de 2010

Las luces del norte.


Hace unos días recibí este precioso e inesperado regalo. Y lo quiero compartir con todos vosotros.

Las luces del norte…

El reloj ha dado la duodécima campanada.
Es hoy el día señalado.
Más allá, cruzando las luces del norte,
He ahí el lugar indicado.
Los bosques se abren inmensos y verdes,
Trinan los pájaros.
Está cruzando las luces del norte,
En lo alto del cielo cuando brillan de noche.
¿Las ves?
Son las luces boreales,
Las luces que llevan a tierras irreales.
Joven aventurero,
No desprecies esas luces,
Pues son la puerta de entrada
A un mundo que no conoces.
Joven aventurero,
Anda y entra por las noches,
Ve y entra a la tierra
Que queda detrás de las luces del norte.
Pero no te atrevas a quebrar el silencio.
No te atrevas a romper la quietud.
No te atrevas a dañar una hierba.
No te atrevas a rasgar el delicado borde del tiempo.
No te atrevas a dañar el mundo nuevo y resplandeciente que verás.

Silencio.
Quietud.
La noche negra se abre.
Extiende sus alas,
Cubriendo todo de negrura.
Silencio.
Quietud.
Mas las estrellas arriba brillan.
En lo alto del cielo nocturno,
Brilla la bóveda estrellada.
Silencio.
Quietud.
Los suaves rayos de luna bañan el verde prado.
El lago es iluminado,
Se agitan las criaturas difusas.
Silencio.
Quietud.
Una suave brisa corre por entre los juncos y las hierbas,
verdes y saludables,
Bañados por la plata,
Cubiertas por el terciopelo.
A las orillas del lago,
la hierba parece estar viva.
A la orilla del lago,
Todo está rodeado por frondosos bosques.

La noche está en calma y quietud,
Pero dentro del bosque hay algo vivo.
El bosque mismo parece respirar,
Crece en un compás verde y siempre constante.
En el repiquetear de la tierra se escucha el latido de la vida,
Retumbando desde lo más profundo de la luz que es la entrada a este mundo.
Desde sus cimientos,
Llega un sonido poderoso y majestuoso.
La tierra misma respira,
La tierra misma está viva.

Los árboles proyectan sombras en medio del bosque,
Tornando un juego entre la plata y la noche.
Los suelos están cubiertos de hojarasca.
De vez en cuando una lechuza vuela de árbol en árbol.
Los árboles parecen contemplar,
Expectantes y ansiosos,
Como si fuera la primera vez que ha ocurrido.
Suenan voces y murmullos apagados,
Se ven algunos destellos de luz a lo lejos,
Una luz distinta, nueva,
Una luz que no es de la tierra.
Suena otra vez el retumbar de la tierra,
Profundo, penetrante, trascendente y extraordinario.
La tierra de la luz está esperando.
Otras vez los murmullos y las luces.
Joven aventurero,
¿qué hallarás si te atreves a internar en esos lugares?
Joven mortal,
¿qué ocurre en aquella noche?
¡Ojalá el simple mortal pudiera ver siquiera una parte de la noche!
¡Ojalá el simple mortal no estuviera privado!

Hace poco ha muerto el calor,
Ahora comienzan a soplar vientos más frescos,
Y dentro de poco serán cortantes y agudos;
Son tiempos verdaderamente cambiantes.
Joven aventurero de mundos siempre nuevos,
escucha atentamente el sonido que hay a tu alrededor:
El bosque entero se está moviendo,
los murmullos aumentan en intensidad,
allá vienen corriendo pequeños seres de luz,
y en medio de los árboles se esconden más criaturas que anhelan,
aguardan,
esperan.

Las ninfas vuelan apresuradas por entre las hierbas del bosque,
Mientras las oréades nacen de las aguas y corren hacia la tierra.
De la brisa de la noche nacen las sílfides,
Que vuelan por alrededor de los pastizales.
Son los seres mágicos más veloces,
Los que llegan antes al claro del bosque.
Ahí están congregados,
Como si fueran miles de linternas,
Luces y luces de colores.
Mundanas palabras son las que corto,
Pues ni las más refinadas servirán
Para haceros entender,
Joven aventurero,
que eran luces
de colores centellantes,
pero diferentes a toda luz de esta tierra que te puedas imaginar.
Se encuentran distribuidas,
Cual delicado adorno de Navidad,
En los árboles que rodean el claro bañado de plata,
Y luego siguen ocupando árboles y árboles del bosque.

¿Qué son esas luces?
¿Para qué están ahí?
¿Por qué se congrega el bosque entero?
¿Qué está ocurriendo?

Nueva vida llega al mundo de la luz y de la magia,
Una vida fresca y vital que está ligada,
Más que cualquier otra criatura,
A los árboles y los bosques.
Las hadas de los bosques,
Las protectoras de los árboles,
Se acercan volando,
Como si lo hubieran orquestado:
Son una centella de luz que rasga la noche,
Y vuelan en distinguida armonía;
Cada una despliega sus colores más vivos y hermosos,
Nace un arcoíris en medio del cielo de la noche.
Han llegado batiendo sus alas,
Formando un largo manto que se extiende inmenso,
Invariable y único se han posado sobre los árboles.

Silencio.
Quietud.
La vida, el bosque, la tierra y la luz
Callan de repente, y sólo queda el vacío hueco y silencioso.
Son las sílfides las que empiezan a ulular,
Reflejando un claro sonido de vientos,
Como si fueran flautas y oboes,
Entonan las primeras notas de tristes canciones.
Luego las oréades dejan caer sus voces,
Y como gotas de agua que caen sobre la tierra,
Modifican los acordes de la primera melodía.
La tierra despierta una vez más,
Y con el compás de la vida la canción se refuerza,
Como si de los timbales de una orquesta se tratara.
Las ninfas,
Con diáfanas voces,
Comienzan a elevar una segunda melodía,
Más alta y sublime que las anteriores,
Apoyadas por el canto lejano de las lechuzas.
Y entre las ramas aparecen,
Elfos y duendes,
Silvos y faunos,
Centauros y enanos.
Centenares y centenares de criaturas mágicas que pueblan la tierra de la luz
Se acercan al claro del bosque,
Iluminado por la plata,
Embargado por el canto.
Los elfos elevan sus armoniosas voces,
Acompañan a las sílfides,
Pues siempre se esconde en su canto
La añoranza por días pasados,
El anhelo por las luces de las estrellas,
La vida que brota a manantiales.
Los duendes y enanos tocan las flautas y las cítaras,
Mientras los centauros repiquetean cascabeles y pequeños tambores.

En el medio del canto,
No obstante,
aún falta algo,
aún la canción sigue incompleta.
Sin ningún aviso previo,
Aunque con mucha espera,
Las hadas silvanas abren sus alas.
Gotas de magia, de luz y color caen de sus alas,
Y comienzan a cantar.
Esta noche es su noche,
La noche de las hadas silvanas:
Entonan una nueva melodía,
Única y hecha para ellas,
Nunca preparada,
Siempre nueva.
Todos los años es nueva,
Y todos los años siempre es distinta al resto de la música;
Pero la melodía encaja sublime,
Y sin ella la orquesta se apaga y no sirve.
Tras la larga espera,
Nacen los días de una nueva era.
En los lindes del claro,
Destellan algunas melenas.
Son de color plateado,
Pero no son hijas de la luna.
Dos grandes unicornios
Caminan con orgullo.
Tienen enormísimos ojos negros y curiosos,
Pero sus cabezas son altivas y sus cuernos luminosos.
El pelaje es de plata,
Y las crines destellan a la luz de la luna.
Y en medio de cada unicornio,
Caminan débiles potrillos de piel clara: algunos apenas abren sus ojitos,
Y otros son ayudados por sus padres a caminar.
Todas las criaturas del claro,
Sin dejar de entonar el armonioso acompañamiento de las hadas silvanas,
Se retiran, dejando libre el claro,
Para que los dos,
Cuatro,
Seis,
Ocho,
Diez,
Doce,
Dieciséis,
Dieciocho,
Veinte
Unicornios adultos
Dejen a sus potrillos.
Algunos miran asombrados
Las luces que los rodean,
Otros prefieren dormitar
(son bebés recién nacidos, ¿qué querían?).
Al fin las hadas levantan sus voces en un espectacular crescendo,
Y al fin las luces de los árboles se sacuden con anhelo.
Han oído el canto que las rodeaba,
Que hablaba de cosas maravillosas,
De un mundo lleno de luz y magia,
De una vida impregnada de un color siempre nuevo,
Que nunca se gasta.
y estallaron.
Como chispas de mil colores centellantes,
Así estallaron las luces.
Los árboles se inundaron de una magia Silvana antigua como la tierra misma,
Y todos aplaudieron ante el derroche de color.

Allí estaban,
Cada una sobre la copa de los árboles,
Dormidas, algunas,
Despiertas y vivarachas, la mayoría.
Con miradas curiosas
Observaban todo a su alrededor.
Y fue entonces cuando los vieron:
Los potrillos de unicornio, que también las veían a ellas con extrañeza.
En ese momento,
Y sin que hubiera muchas ceremonias,
Nació un instinto milenario y único:
El profundo deseo de cuidar de esas criaturas, por parte de las hadas,
Y el profundo deseo de dejarse proteger, por parte de los unicornios.
Es que las hadas silvanas,
Joven aventurero,
Son las hadas que protegen a los unicornios,
Los cuidan durante toda su vida,
Y cuidan de una fuente de magia tan hermosa y sublime.
Sin previo aviso,
Las hadas se lanzaron en vuelo desparejo y alborotado,
Y al poco tiempo cada unicornio había encontrado guardiana.
Sólo uno quedó solo,
Y fue porque su hada dormía un poco
(como que nacer da algo de sueño),
Con lo que miraba triste cómo sus hermanos y primos jugueteaban con sus hadas,
Mientras él permanecía solo y apartado.

Había un hada,
En efecto,
Que dormitó un poco de más al nacer,
Y fue una de las hadas mayores quien,
Quizás con algo más de brusquedad de la debida,
la despertó e indicó con un dedo al pobre unicornio solitario.

El hada silvana observó al unicornio.
El unicornio notó la mirada.
Ambos se dirigieron una mirada extrañada.
El hada ladeó la cabeza a la derecha,
Y el unicornio la imitó;
El hada la volvió a la izquierda,
Y el unicornio volvió a repetir el gesto.
Sin previo aviso, el hada salió volando hacia él,
Se posó sobre su nariz,
Dejó caer polvo de hadas sin querer
(algo que les ocurre muy frecuentemente a las hadas recién nacidas que tienen exceso de magia),
Y el unicornio estornudó.
Desde entonces,
El unicornio tuvo guardiana,
Y el hada tuvo un unicornio que proteger.
Es sabido ya por todos los que habitan este singular país
Que las hadas silvanas misión tienen de cuidar a un unicornio.
Por eso su llegada es tan esperada,
Por eso la tierra las recibe con tanta fiesta.

Joven aventurero,
Que osas entrar en esta tierra,
Creo que yo ya te he hablado de esa hada singular,
¿verdad?
Recuerda,
Era esa hada curiosa,
Una hada que se quedó dormida,
Un hada increíblemente jocosa.
Tenía un unicornio,
Y su nombre era Lunita,
Y cuando se conocieron ella derramó sobre él mucho polvo de hadas,
Y Lunita estornudó por primera vez en su vida.
Un hada que,
Al crecer,
Se hizo una de las hadas más divertidas y joviales de todo el país,
Y ya hoy son leyenda todas las travesuras que hizo junto a muchas más amigas y hermanas.
Pero incluso hoy las hadas más ancianas,
Por no hablar de los elfos y enanos más viejos,
que en general no se preocupan por estas criaturas, salvo en su nacimiento,
Hablan aún hoy de esa hada peculiar.
Nombre de especia tiene,
Y una curiosidad sin igual.
Atenta y siempre servicial,
Nunca negó una sonrisa.
Cordial y amable,
Jamás dejará de ayudar.
Una de las hadas más mágica de todo el país,
¿la recuerdas, joven aventurero?

Aún hoy es leyenda en el mundo que queda detrás de las luces del norte,
Porque allí es donde tomó la decisión de abandonar ese mundo,
De venir a Explorar al triste mundo de los mortales.
¡Honrados debiéramos sentirnos
De que semejante criatura quiera llegar aquí!
Habiendo mundos más extraordinarios,
Luces más brillantes,
Colores más vivos,
El hada Jengibre decidió Explorar este mundo en busca de la luz oculta.
Noble misión es la que la embarga,
Pues renunció a su mundo,
Y ahora su unicornio corre salvaje por entre las llanuras.

Noble misión es la que carga,
Pues ahora se la ve viajar de un lado a otro sin parar.
Siempre se detiene,
A escuchar,
A aprender,
A entender
Y a consolar.
Nunca ha negado ayuda a alguien,
Jamás ha deseado el mal;
¡ha venido a la tierra de los hombres a sacar a relucir la brillante magia de la verdad!
Se la ve comúnmente
Recorriendo montañas y valles,
¡es el hada Jengibre,
Que va caminando desde avenidas a calles!
Cuánto el mundo necesita de la luz,
Creo que tú bien lo sabes,
Joven aventurero;
Ella es quien,
Como muchos,
Trata de hacernos ver lo oculto,
Y cuando ve que hay demasiada oscuridad,
Jamás duda en un poco de polvo de hadas sacar.
¡Vedla correr incansable por los senderos de la vida,
Ayudando a todo el mundo y llevando la fantasía!
Hay del soñador que se la encuentre,
Quedará toda su vida anhelando volver a verla!

Ahí está,
El hada Jengibre,
Una sola maravilla.
Tan extraña para su raza,
Tan increíble amiga.
¿Yo la conozco, sabíais?
¡Y que alegría es poder pensar que la magia no ha muerto aún en nuestros días!
¡Qué mágica fantasía es creer que aún puede haber soñadores!
¡Que increíble maravilla es que haya amigos semejantes!
¡Qué grato suceso el encontrarse!

Hada Jengibre,
Hada de los bosques,
Hada silvana:
¡Continúa el camino de tu expedición!
Hada Jengibre,
Hada silvana,
Hada de los bosques:
¡No detengas jamás tu marcha!
Hada de los bosques,
Hada Jengibre,
Hada silvana:
¡A continuar, a continuar la marcha!
Hada silvana,
Hada de los bosques,
Hada Jengibre:
¡Salud por tu vida, porque tu vida ha sido llenar de luz las de los demás!

¡Salud por tu vida, hada Jengibre!
¡Salud por tu vida, querida amiga!
¡Salud por el maravilloso regalo de vivir!
¡Y salud por esa vida que no pára de iluminar el mundo sumido en oscuridad!
¡Sea a ti la felicidad de vivir,
hada Jengibre!


Sir Nicolas Vasquez de Aragon.



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6 comentarios:

Nicolás dijo...

Feliz cumpleaños, querida Jengibre. Y lo dicho, debo comenzar a planificar estas cosas con más tiempo de antelación.

¡Salud por tu vida y por llenar el mundo de luz, magia y fantasía!

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

Anónimo dijo...

Gracias Nicolás.

Y tranquilo, a veces las cosas que no se planifican son las que mejor salen. Y este es un regalo que me ha gustado muchísimo. No todos los días la convierten a una en protagonista de un poema.

Gracias de nuevo y besitos de jengibre.

Canoso dijo...

Que chulada, es genial, para recitar en el bosque, entre hadas y bajo las estrellas.

Besitos

Anónimo dijo...

Pues imagina la ilusión que me hizo ser protagonista de un poema así!!! Casi me sentí como si fuera Arwen paseando por los bosques de Lorien...Me emocionó mucho leerlo.

Besitos de jengibre.

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Lo que más me gusta de los poemas de Nicolás (en general, más allá del tema de cada uno) es lo bien que usa las repeticiones, anáforas, paralelismos... Le da un ritmo muy particular. Por otro lado, aquí recrea muy bien el mundo que describe.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

Sí, Nicolás es todo un poeta... Y sí, te aseguro que cuando lo leía me sentía transportada a ese bosque... eso sí que es dominio de la técnica.

Besitos de jengibre.

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