domingo, 29 de agosto de 2010

Nessun Dorma.



Una y otra vez sonaban las notas del Nesun dorma. Siempre la misma canción como si de un bucle eterno se tratara. El anciano, sentado en su pequeña butaca miraba hacia la ventana. La mirada perdida en el horizonte. Perdida como su memoria. Pero a veces, al escuchar las notas de esa canción de la que hacía tiempo ya no recordaba el nombre, de esa voz mágica, su mente se llena de destellos. Imágenes de un teatro iluminado y un clamor de aplausos y vítores. Entonces su mirada se ilumina por unos minutos, se levanta y hace una reverencia antes de volver a las sombras del olvido. A su lado, su esposa aplaude mientras silenciosas lágrimas ruedan por su mejilla. Y vuelve a poner el disco, buscando ese momento único en que su propia voz le hace recordar quien fue.



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4 comentarios:

Canoso dijo...

Debe ser duro para estas estrellas de la fama pasar al anonimato a causa de la edad, aunque nunca dejen de ser quien fueron, verdad?

Es como si con ese 'que nadie duerma!' quisiera no olvidar quien fue...

Muy bueno, Jengibre

Anónimo dijo...

Bueno, el problema es que él ha olvidado quien fue. Quedan sus grabaciones y el recuerdo de los que lo escucharon. Pero él olvidó todo eso hace tiempo. Por eso su esposa le pone la canción, porque a veces, un destello de recuerdo surge en su mente.

Este relato es un pequeño homenaje a todas esas personas que ven como sus seres queridos se pierden en el olvido y luchan con todo su amor y sus cuidados por ganarle tiempo al olvido.

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Me ha encantado. De verdad. Este sí que me ha encantado. 10 sobre 10. "A su lado, su esposa aplaude mientras silenciosas lágrimas ruedan por su mejilla. Y vuelve a poner el disco, buscando ese momento único en que su propia voz le hace recordar quien fue." Hasta me entran escalofríos. Y combina a la perfección con Nessun Dorma. Y, además, como tributo a quienes olvidan, es perfecto. Me ha encantado, no te imaginas cuánto.

Anónimo dijo...

Hola Fantasmas.

Muchas gracias. No sabes lo que significa para mí que esta historia guste a los lectores. Escribirla ha sido como una catarsis. Mi tía-abuela sufrió una demencia senil, y para mi abuela era muy triste ver como iba perdiendo sus recuerdos. De hecho no sabía que era su hermana, pero siempre sentía la necesidad de estar con ella. Así que sus hijos solían llevarla a casa de mi abuela, pasaba allí las tardes. Y siempre la llamaba madre.

Y el nesun dorma es una canción muy especial para mí.

Besitos de jengibre.

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