martes, 19 de julio de 2011

Princesa destronada.




Lloraba desconsolada. Su mundo se había derrumbado en cuanto aquella cosa pequeña y llorona llegó a su hogar. Sus padres, antes siempre pendientes de ella, la habían ignorado completamente. Ya no había ni mimos ni caricias, sólo regaños e indiferencia. Abrió la ventana de su habitación. En el patio cubierto de flores gorjeaban felices unos gorriones. Deseó ser como ellos. Cerró los ojos y… saltó.

4 comentarios:

Canoso dijo...

Se hizo mayor a la fuerza...

jengibre. dijo...

No debe ser nada fácil pasar de ser la reina de la casa, de disfrutar de toda la atención y de los mimos (a veces excesivos) a tener que compartir todo eso con un recién llegado...

Besitos de jengibre.

Fiaris dijo...

pase a visitarte,abrazo

Anónimo dijo...

Hola Fiaris.

Un abrazo muy fuerte para ti también.

Besitos de jengibre.

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