miércoles, 6 de abril de 2011

El regreso del hada.



Tras este largo parón, motivado sobretodo por una grave crisis creativa, regreso al hogar como el hijo pródigo. Pero lamentablemente, mi crisis creativa no está superada. Así que me temo que voy a tirar de "fondo de armario". Os presento el último cuento que he escrito en meses. Se titula Cupido enamorado y lo escribí para El salón del estudio con motivo del día de San Valentín. Espero que os guste.

Intentaré publicar semanalmente. No me gusta estar tanto tiempo alejada de todos vosotros, mis fieles amigos del ciberespacio, que tanto me habéis dado desde que empecé esta aventura. Pero me temo que necesitaba un tiempo alejada de todo. En silencio, que es donde realmente puedes escuchar tu propia voz. Todavía me falta algo de tiempo para volver a escribir, pero por lo menos, las ideas van llegando a mi cerebro. Sólo falta que maduren y que yo termine confiando en mis propias capacidades como narradora. Me temo que me siento muy insegura todavía con respecto a mi estilo. Empecé esta aventura literaria por casualidad. Para animar a una persona muy querida que estaba pasando un mal momento. Eso me hizo vencer el pánico y el bloqueo que me provocaba pensar en que alguien me leyera. Mis primeros intentos no fueron demasiado afortunados, pero seguí escribiendo porque por alguna extraña razón mis pequeños cuentos le gustaban y animaban. Y así fui aprendiendo, sobre la marcha. Pero en el fondo sigo sintiendo el pánico, agazapado en el fondo del estómago. Y en los momentos de bajón vuelve a bloquearme. Se que será una crisis pasajera, y que como siempre pasa, saldré fortalecida.

Y ahora sí... os dejo con el relato:

Cupido enamorado.
Cupido se siente triste y cansado. Cada día le cuesta más hacer su trabajo. Lleva toda su vida disparando las flechas del amor, uniendo corazones. Era sólo un niño cuando su madre le puso en la mano su primer arco y le colgó al hombro el carcaj lleno de flechas. Al principio le pareció muy divertido. Si algo faltaba en el mundo era más Amor, eso es lo que mamá siempre le decía. Le encantaba disparar a diestro y siniestro, sin pensar demasiado en las consecuencias. Se daban situaciones realmente disparatadas. Pero tía Atenea le hizo ver su error. Esas flechas tenían dentro uno de los mayores poderes. Un poder que no podía ser usado sin control. Le enseñó que todo poder conlleva una gran responsabilidad. Y descubrió que era verdad. Tenía un sentido especial para saber que corazones tenía que disparar. Y se aplicó a la tarea de unir corazones. Le encantaba observarlos antes y después de que su flecha los hubiera traspasado. Pero llegó un momento en que empezó a plantearse algunas cosas. Supuso que estaba creciendo, porque en lugar de sentirse feliz empezó a preguntarse como sería eso del amor. Sentía que le faltaba algo. Le preguntó a su madre porque él que tanto amor repartía, era incapaz de sentirlo. Su madre se encogía de hombros, eso eran cosas de mortales. Ellos eran dioses, estaban por encima de todo ello. Pero eso no le bastaba, se sentía algo perdido e incomprendido. Y se rebeló, decidió dimitir, colgar el arco y las flechas. No le encontraba sentido en provocar un sentimiento que ni entendía, ni podía sentir. Dejó el Olimpo y vagó por el mundo como un mortal más. Se estableció en una pequeña, tranquila y alejada isla. En una aldea de pescadores donde la gente era humilde pero feliz. El mar les daba todo lo que necesitaban para vivir. Así aprendió a navegar, a echar las redes, a vivir de sus manos. La isla estaba gobernada por un rey, viejo y sabio que vivía en el corazón de la isla. El rey tenía una única hija. Pero necesitaba un heredero. Se sentía viejo, cansado y enfermo. No quería dejar el reino en manos del único pariente masculino que le quedaba, su sobrino, un joven tirano y disoluto. La única solución era que su hija contrajera matrimonio. Pero nadie quería casarse con la princesa. Aún cuando el rey prometió el reino a quien la desposara. Cuando Cupido supo la noticia, se preguntó el porqué no había ningún pretendiente. Los pescadores le dijeron que era porque la princesa había sufrido un accidente cuando era una niña y que su cara quedó muy desfigurada, perdiendo toda su belleza. Nadie supo nunca explicar como había pasado, aunque algunos creían que había sido la nueva esposa del rey, celosa de la belleza de la niña. Pero nadie pudo demostrarlo, y la niña se ocultó de todo el mundo. Desde aquel día nadie la había visto. Por eso nadie se atrevía a pedir su mano. Temían encontrarse con alguien horrible y mostruoso. Al escuchar la triste historia de la joven princesa, Cupido sintió una pena tremenda en su corazón. Y por un instante deseo tener al hombro su arco y sus flechas. Pero como su tía le había enseñado, no podía utilizar su poder a la ligera. Decidió ir a la ciudad y conocer a la joven. Así, quizás, descubriría con qué corazón debía unirla.
Al anochecer abandonó la aldea de pescadores. Mientras se adentraba en el interior de la isla, camino del palacio real, en el aire llevaba una bella y triste melodía. No supo porqué, pero esa melodía le llenaba de emoción el corazón. Quizás porque hablaba de soledad e incomprensión. Cosas que él conocía muy bien. Y muy dentro de él nacía un deseo nuevo. Un sentimiento que nunca antes había conocido. Y supo que esa era la voz de la princesa, una voz tan dulce y embriagadora como ambrosía. Y volvió a ser él mismo, Cupido, el dios del Amor. Y como tal se presentó ante la princesa, que asombrada cesó su canto y corrió a esconderse. Se avergonzaba de su rostro quemado. Pero él había visto lo suficiente. La dulzura y bondad de su corazón, pero sobre todo su tristeza y soledad. Y eso le traspasó el corazón, y en ese momento supo que haría cualquier cosa por hacerla feliz. Y descubrió entonces que estaba enamorado. Se acercó a ella, y la tranquilizó. Le dijo que era la joven más bella que había conocido, y que de eso sabía mucho, no en vano su madre era la diosa de la Belleza. Y que si no se lo creía, podría demostrarlo. Mientras decía esto, sacó un espejo dorado y se lo acercó a la joven. Ella se miró con un poco de miedo, esperaba ver la fea quemadura de su rostro, pero no, allí no se reflejaba. Sólo veía a una hermosa joven que se parecía mucho a ella. Cupido le explicó que era un espejo mágico, y que reflejaba el verdadero aspecto de la gente. Y que así es como él la veía. Y le contó su historia. La habló de su soledad y su tristeza. Y ambos supieron que estaban hechos uno para el otro, unidos ya para siempre.
Cupido comprendió por fin lo importante que era su poder y su tarea. Pues sus flechas unían rápidamente a los corazones que estaban destinados a encontrarse y estar juntos. Corazones que sin él tardarían toda una vida en hacerlo. Y desde ese día jamás faltó a su trabajo. Y al volver a casa, cada noche, le esperaban los amantes brazos de su princesa.






12 comentarios:

Nicolás dijo...

bienvenida de vuelta, querida Jengibre. Y a no desesperar en las crisis, que es lo que siempre te he dicho.

Todos tenemos pánico escénico en todo momento, pero a veces hay un "no sé qué" que nace instintivamente en el momento apropiado y te hace perder todos los temores. Como una especie de llama o fuego que te hace superar tus propias limitaciones (y mira que a mí esto incluso me costó entenderlo). Por eso, al hablar en público, al decir algunas palabras o cualquier cosa... nunca preparo nada de antemano, sale lo que tiene que salir, y así está bien.

Y todos hemos ido aprendiendo sobre la marcha. No hay escuelas en donde se enseñe fidedignamente el arte de escribir o de narrar. Eso se aprende así, a medida que vas haciendo cosas, como cuando alguien quiere convertirse en luthier de guitarra (sus primeras guitarras serán un destrozo, pero al cabo de diez años será un maestro artesano). El hecho de la escritura es prueba y error. Puedes tener algunos guías, incluso buscar alguna forma de seguir determinada línea estilística, pero lo que importa de verdad es la práctica que se le dé. Todos comenzamos así, y yo estoy en tu lugar, no lo olvides, y así tiene que ser. Para convertirnos en maestros de karate tenemos que trabajar mucho y muy duro durante años, y recuerda que Stephen King dice que un escritor ha de leer cuatro horas y escribir cuatro horas.

Como siempre, paciencia, y me alegra oír que ya tienes nuevas ideas gestándose en esa cabecita prodigiosa. Y de nuevo, calma con las crisis. A mí no me gusta José Zaramago, pero si algo dijo con certeza fue esto: "Cuando no hay nada que decir, lo mejor es callar". Y esto mismo has hecho tú, y era necesario. Toda crisis trae a un cambio radical y diametral de tu voz propia, y eso se reflejará en la madurez de lo que crees a partir de ahora. Recuerdo que después de Isolda y el Corazón Compartido hubo una época de crisis, y luego sorprendiste y maravillaste con relatos como La sirena, trilogía de New York, y los minirrelatos que adornaron toda la primavera, verano y parte del otoño pasados... Quizá es que tu estilo es como las flores, y florece en esta época.

Y sobre el cuento... En principio, y de nuevo, mil gracias por publicarlo para el salón, sabes que es un honor tener entradas tuyas por ahí. Y en segundo lugar, lo mismo que dije en su momento. Ingenioso y refrescante, ingenioso y refrescante. Y no estoy muy ducho en el panteón griego, pero ¿acaso Afrodita no tenía otra cosa para darle, un rompecabezas de quinicientas piezas, un trencito de juguete, un sonajero o simplemente... un patito de goma? XD

Lo dicho. Bienvenida de nueva, Ginger, se te echaba de menos.

Fiaris dijo...

Bienvenida nuevamente y toda mi energía positiva vaya hacia ti.besos.

Unknown dijo...

Saludos
Os dejo, un enlace a mi blog. Soy ilustrador profesional y acabo de hacer una ilustración para el cartel commemorativo de las fiestas de Sant Jordi. Día del libro en Cataluña.
http://espiralesdetinta.blogspot.com/2011/04/ilustracion-sant-jordi-2011.html
Ya me diréis que os parece.

Gracias.

Unknown dijo...

El camino en esto del arte sea del tipo que sea no es un trayecto de colorines que digamos... pero esa circunstancia es, quizás, la que nos haga más creativos si cabe, estoy seguro de que tú no has perdido ni un ápice de tu buena letra... a las pruebas me remito... así que, ánimo y ya sea semanalmente o diariamente... por aquí estaremos, contando cuentos de hadas o haciendo Rayajos... jejeje

Besine :)

Uriel Eugenio dijo...

Muy bonito Hada Jengibre, muy bonito.

Y Nicolás, eres inconfundible!

jengibre. dijo...

Hola Nicolás.

Gracias amigo. Por tu comentario y tu ánimo. Por estar siempre ahí. Y es curioso que cites a Stephen King... otro amigo muy querido también suele citarmelo...

Bienvenido de nuevo, elfo Nicolás.

jengibre. dijo...

Hola Fiaris.

Gracias por esa energía positiva... y por estar ahí.

Bienvenida de nuevo.

jengibre. dijo...

Hola Fernando.

Bienvenido a mi pequeño mundo. En cuento tenga un ratito paso a echarle un vistazo.

Gracias por tu comentario.

jengibre. dijo...

Hola Chema.

Tienes razón, son las dificultades lo que nos hace mejores, porque nos exige esforzarnos mucho más. Muchas gracias por tus palabras y tu ánimo. Pero sobretodo por estar ahí. Es maravilloso sentirse apoyada cuando uno atraviesa un periodo de crisis. Soy muy afortunada.

Bienvenido de nuevo.

jengibre. dijo...

HOla Uriel!!!

Me alegra verte por aquí. Sé bienvenido, estás en tu casa.
Coincido contigo... ¡¡Nicolás es inconfundible y único!!!

Bienvenido.

Canoso dijo...

Ante todo bienvenida.

Como sugerencia a la falta de creatividad te diría que no dejes de publicar, aunque sea una imagen, una canción, una frase... Las hadas volverán antes de lo que piensas.

Besos

jengibre. dijo...

Hola de nuevo, querido amigo.

Tienes razón. Voy a seguir publicando, y voy a hacerlo semanalmente. Más que nada, porque no voy muy sobrada de tiempo. El trabajo me absorbe casi todo el día y la primavera me tiene bajo mínimos de energía. Pero quiero ir estableciendo una periodicidad, aunque sea aproximada, para no perder el ritmo y dejar el blog desatendido.
La crisis... bueno, estoy trabajando en ello. Estoy leyendo mucho (o por lo menos más de lo que lo hacía tiempo atrás) y voy plasmando las ideas que me surgen en una libreta que me regalaron en navidad. Voy volviendo a coger el hábito de escritura. Incluso me he animado a participar en un concurso de relatos on line de la empresa de transporte público de mi ciudad.
Así que supongo que el silencio de estos últimos tiempos no me ha venido mal del todo...

Sí... las hadas volverán... y estaré preparada...

Besitos de jengibre.

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