lunes, 7 de junio de 2010

La princesa Dragón. (primera parte)


Hoy voy a contaros la historia de la princesa Dragón. Es una historia antiquísima, de los tiempos en que los dragones aun vivían en vuestro mundo. Tiempos duros y salvajes.
Cuenta la leyenda que un joven y ambicioso general hizo un pacto con un dragón para poder vencer a todos sus adversarios y derrocar al emperador. El dragón, a cambio de su ayuda le exigió que le entregara a su primer hijo. El general aceptó encantado, no le parecía mal acuerdo. Lograría ser el emperador más poderoso de la tierra a cambio de un simple niño. Tendría más, las más bellas mujeres del reino serían sus concubinas.
Tras una cruenta guerra derrocó al anciano y sabio emperador. Éste, la noche antes de la última batalla, viendo que su final se acercaba se dirigió a su hija y con lágrimas en los ojos le rogó que escapara de palacio. La joven se negaba a separarse de su padre. No ignoraba la suerte que correrían todos los habitantes del palacio real; pero no quería abandonar a su padre. El emperador, viendo que no conseguía que su hija se marchara, hizo algo que nunca había hecho, le ordenó no ya como padre sino como su emperador, que se fuera. Le pidió al jefe de su guardia que la pusiera a salvo en las montañas y que la protegiera con su propia vida si era necesario. Y abrazándola por última vez se despidió de ella. La última imagen que guardaron sus ojos fueron sus bellos ojos anegados en llanto.
El joven capitán condujo a la princesita por un pasaje secreto que nadie conocía, y que les llevaría fuera del palacio y lejos de las huestes del general renegado. La princesa, vestida como una vulgar campesina, lloraba en silencio. El pasadizo era angosto y resbaladizo y a ella le costaba seguir el paso, pero ahí estaba el capitán para ayudarla y sostenerla. Cuando salieron a campo abierto ya estaba amaneciendo. El cielo estaba rojo, y ella no pudo evitar volverse para mirar por última vez al que había sido su hogar que ya era pasto de las llamas. Se secó las lágrimas, y con valor y determinación dio la espalda a su antigua vida y siguió a su protector hasta las montañas, más allá de su reino.
El viaje fue largo y penoso. Y cuando llegaron a su destino, apenas quedaba rastro de la princesa que había sido. Su hermoso y sedoso cabello negro estaba sucio y enmarañado. Su cutis tan blanco como la luna, se veía ahora ajado y sucio. Nadie habría reconocido a la hija del emperador en esa sucia pordiosera.
Se refugiaron en un pequeño pueblo situado entre altísimas montañas. Allí se dirigieron a un pequeño y antiguo monasterio donde vivía un anciano, el antiguo mentor de su padre al que debían entregar un mensaje. En él, le relataba como el general renegado se había aliado con dragones negros para acceder al poder, y que debía cuidar de su hija e iniciarla en los secretos arcanos que como futura emperatriz debía dominar para restablecer el equilibrio en el país y recuperar la paz y la armonía. Pero nadie debía saber quién era ella en realidad.
Se alojaron un una pequeña cabaña de madera, sencilla y austera. El capitán se negaba a separarse de ella, por eso dijeron a todo el mundo que eran hermanos y que había perdido todo cuando los soldados quemaron su casa y sus campos. Nadie puso en duda su historia, era algo demasiado frecuente desde que el nuevo emperador había subido al trono.
El joven la admiraba cada día más. Desde aquella mañana en que escaparon de palacio, nunca la había vuelto a ver llorar. Había soportado las fatigas del viaje sin una queja. Incluso había compartido su poca comida con aquellos más necesitados que ellos. Pensaba que habría sido una gran emperatriz, una digna sucesora de su padre, sabia y benévola. Y se juró que daría hasta la última gota de su sangre por ella, y porque llegara un día en que ocupara el lugar que debía
(Continuará)



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6 comentarios:

Paquita Pedros dijo...

Hola cielo que linda historia la seguire
un beso corazon

Nicolás dijo...

Haz hecho un buen principio, por lo que puedo apreciar. Me gusta el corte momentáneo que le has dado, es... sensato y abierto, una forma muy buena de hacer un cierre de esta primera parte. Así a simple vista, y guiándome por el título, creo que la historia, como historia, así como pieza valorada en su estética, tiene potencial.

No obstante, y a falta de más material para analizar y exponer una opinión, creo conveniente dejarlo todo para cuando el cuento esté más avanzado y ver a dónde te llevan los derroteros de la creatividad. Me gusta, de eso puedes estar completamente segura. La forma de encarar la historia, la agilidad con la que tocas los temas y tu indescriptible capacidad para describir, son, como siempre, lo que más resalta de la obra en sí.

Ahora sí, con la música que has puesto (por cierto, es muy evodadora), me percato más del tinte oriental, por eso de Imperio, que quisiste plasmar en el cuento. En la primera lectura había pensado en algo más medieval y europeo, pero ahora veo que también lo puedo imaginar en un paraje de la antigua China.

¡Elen síla lumenn omentielmpo!

Nel Morán dijo...

Hola Jengibre. Dos cosas: Me gustaría que lo continuaras haciendo ver que su padre tampoco era justo, la justicia en este mundo está reñida con el poder. Ella volverá a gobernar, ella y no el capitán, después de ciertos manejos incruentos.
Me gusta la historia, pero yo sería más cruento y menos conmedido.

Blogsaludos

Cassiopeia dijo...

Apura el paso, que me mata la curiosidad!

Los Fantasmas del Paraíso dijo...

Un comienzo original, se distancia de la línea de muchos de tus relatos. Me gusta. A ver ahora qué tal lo haces al desarrollarlo, eh, a ver si lo vas a estropear xDD. Estoy seguro de que con este punto de partida y tu imaginación sabrás darle un par de buenos giros sorprendentes. Yo mientras tanto haré cábalas sobre lo del primer hijo del emperador xd

Y hablando de finales, voy a leer el final alternativo de Nabila, que aún no lo miré.

Canoso dijo...

Habrá que esperar a los siguientes capítulos, porque me da a mi que eso de decirles a los demás que eran hermanos y esa admiración de él, no casan muy bien je je

Esperaremos.

Besos, jengibre

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