Como en años anteriores, también este año me he presentado al concurso de relatos de TMB (transportes metropolitanos de Barcelona). Aunque este año no creía que pudiera participar pues desde el año pasado no escribía nada nuevo, al final ayer, mientras me tomaba una infusión deliciosa en una cafetería, a mi musa le dio por aparecer (seguro que atraída por el aroma de la infusión) y me susurró un pequeño relato. Al llegar a casa, ni corta ni perezosa, me senté al ordenador para enviar el relato. Al ser un concurso patrocinado por una empresa de transporte, en la categoría libre el relato tiene que estar ambientado en el metro o el autobús. Mi relato es una historia real sobre una niña que recién llegada a la cuidad relata emocionada su primer viaje en metro. Este es el relato.
Mi primera vez.Mi primera vez.
"Como cada mañana, medio dormida todavía a pesar de la ducha fría y el café cargado, bajo a toda prisa las escaleras del metro.
Hoy es un día cualquiera pero a la vez no lo es. Hoy es un día muy especial. El aniversario de mi primera vez. ¡Mi primer viaje en metro!
Aunque ha pasado casi un millón de años desde ese día, todavía recuerdo la emoción de la niña que fui, esperando en el andén, mi mano bien sujeta por la poderosa mano de mi padre, que con tanta excitación temía que me soltara y terminara entre las vías del andén de Plaza Cataluña. A su lado estaba mi madre con mi hermano pequeño de su mano, tan excitado y expectante como lo estaba yo. Los dos tan sonrientes que apenas nos cabían en nuestras pequeñas caritas, y con los ojos brillantes y llenos de emoción.
Aquel viaje era toda una novedad para nosotros que recién habíamos llegado a Barcelona. Veníamos de una ciudad tan pequeña que hasta sus autobuses se llamaban "piojos". Todo era nuevo para nosotros: el mar; el barrio gótico y, por supuesto, el metro.
Cuando por fin el tren entró en la estación sentí un millón de mariposas revoloteando en mi estómago. Miré a mi hermano y los dos corrimos a entrar en el vagón que para nosotros era como entrar en el país de las maravillas. Ni siquiera llegamos a sentarnos, permanecimos todo el trayecto con las caras pegadas al cristal de la ventana, no queríamos perdernos ni un solo detalle del viaje.
Pero todo lo bueno tiene un final, y nuestra aventura no iba a ser una excepción. Cuando llegamos a nuestra parada mis padres tuvieron que sudar sangre para sacarnos de aquel vagón y casi nos pasamos de parada. No importaba, sólo con vernos las caras de felicidad, se les pasó el enfado.
Y aún hoy, a años luz de aquel día, recuerdo ese viaje cada vez que me subo en el metro. No importa que la niña ya peine canas ni que los trenes tampoco sean los que fueron (ahora más modernos y cómodos). Para mí cada viaje me recuerda siempre mi primera vez."
Hoy es un día cualquiera pero a la vez no lo es. Hoy es un día muy especial. El aniversario de mi primera vez. ¡Mi primer viaje en metro!
Aunque ha pasado casi un millón de años desde ese día, todavía recuerdo la emoción de la niña que fui, esperando en el andén, mi mano bien sujeta por la poderosa mano de mi padre, que con tanta excitación temía que me soltara y terminara entre las vías del andén de Plaza Cataluña. A su lado estaba mi madre con mi hermano pequeño de su mano, tan excitado y expectante como lo estaba yo. Los dos tan sonrientes que apenas nos cabían en nuestras pequeñas caritas, y con los ojos brillantes y llenos de emoción.
Aquel viaje era toda una novedad para nosotros que recién habíamos llegado a Barcelona. Veníamos de una ciudad tan pequeña que hasta sus autobuses se llamaban "piojos". Todo era nuevo para nosotros: el mar; el barrio gótico y, por supuesto, el metro.
Cuando por fin el tren entró en la estación sentí un millón de mariposas revoloteando en mi estómago. Miré a mi hermano y los dos corrimos a entrar en el vagón que para nosotros era como entrar en el país de las maravillas. Ni siquiera llegamos a sentarnos, permanecimos todo el trayecto con las caras pegadas al cristal de la ventana, no queríamos perdernos ni un solo detalle del viaje.
Pero todo lo bueno tiene un final, y nuestra aventura no iba a ser una excepción. Cuando llegamos a nuestra parada mis padres tuvieron que sudar sangre para sacarnos de aquel vagón y casi nos pasamos de parada. No importaba, sólo con vernos las caras de felicidad, se les pasó el enfado.
Y aún hoy, a años luz de aquel día, recuerdo ese viaje cada vez que me subo en el metro. No importa que la niña ya peine canas ni que los trenes tampoco sean los que fueron (ahora más modernos y cómodos). Para mí cada viaje me recuerda siempre mi primera vez."
Cual ha sido mi sorpresa al recibir esta tarde un correo diciendo que no ha sido publicado por no cumplir con las bases del concurso. Me he quedado de piedra... El escenario es el metro, condición que cumple, soy mayor de 16 años, me he registrado, tengo residencia legal en España, soy miembro de JTMbé. Por otro lado, el relato no hace apología de la violencia, ni tiene contenido de carácter ofensivo o vejatorio, ni discrimina a otras etnias, razas o religiones, ni a discapacitados. Es original mío (tanto la vivencia como el relato), no vulnero derechos de autor ni doy mala publicidad de la empresa... (esa ya se la dan ellos solitos).
Estoy muy indignada, la verdad. Por eso os voy a pedir un favor. Leed el relato y valorad si incumple las bases. Os lo agradecería inmensamente.
2 comentarios:
A mi no me parece que inflinja ninguna de esas cosas,vete tu a saber que bicho les picó te dejo beso y abrazo.
Muchas gracias Fiaris... ¿sabes lo mejor? que al final sí que lo han publicado!!!! Hoy me ha llegado la notificación... Estoy muy contenta, no por el relato, que sé que no es el mejor que he escrito, sino por que se ha hecho justicia...
Lo que no sé es si ha sido por la crítica realizada por aquí...
Un abrazo y besitos de jengibre...
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